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Evitalios

Tela

Tela

CUANDO QUISO BESARTE, todo se trastocó. Podría imaginármelo: habías elegido viajar al sur por carretera, tú siempre volvías al sur. Allí donde siempre te esperan y de donde siempre volvías con la mochila llena de cosas que nunca pesan. Conducías sin prisa, xino xano como tan bien se dice aquí y que tanto pega ahora que estamos en medio de unos juegos llenos de chinos redondos de oro, plata y bronce. Y de preguntas que cuesta responder sin recurrir a la palabra interés en cada respuesta, y de banderas que sólo son eso, telas. Me quedo, porque siempre hay que quedarse con algo, con el que llega aquí para luchar tras años de no dejar de hacerlo, y se vuelve a casa habiendo ganado o perdido, pero con la grandeza del que estuvo ahí, peleando.   

 

Durante el viaje, ninguna incidencia que consiga borrar tu cara de no-necesito-nada-más-porque-los-generosos-no-dejan-de-obsequiarme. Hasta que pasas por encima de algo. Tanto puede ser una equivocación, un calentón o una confianza. Una vez han pasado tus ruedas por encima de aquello, o detienes el coche, o sigues palante. Yo soy de las de seguir palante, y lo repito si es necesario para que tú no te olvides nunca (porque te prefiero arriba, así te reconoceré mucho antes cuando tenga que buscarte entre tanta gente perdida). Pero no en este caso. Me paro. Y veo la que se ha liado. No fue un despiste, no fue el alcohol, ni fueron las drogas, estaba ahí desde hace tiempo.

 

Tu opción en estos casos es la de trampear el momento con todo el tacto al que puedas engañar, con tu saquito de sonrisas pintadas y con esa transparente ingenuidad tan necesaria para no parecer demasiado lista (ni demasiado tonta). Que a los listos, y sobre todo a las listas, se les mira con desconfianza. Pero, déjame que lo diga porque a estas alturas dudo que se asuste nadie: creemos lo queremos creer.

 

Y tú, que admiras, respetas, escuchas, aprendes, ves como con un solo gesto, al estilo de una cinta de soldaditos americanos que matan sin pensar en el nombre de una tela, todo se trastoca. Joder, ¿también tú? Me quedo, porque siempre hay que quedarse con algo, con las buenas películas. Y con el sur y el xino xano 

 

Girona, 16 de agosto de 2008

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